De entrenador deportivo
A COACH ONTOLÓGICODaniel Gath
Vínculo Deportivo
Mi vida en el deporte, especialmente en el Hockey sobre césped —como jugador y luego como entrenador— siempre giró en torno al servicio: a los deportistas, a sus acompañantes, a la comunidad. Lo hice con la convicción de que mi rol era ayudarles a sacar lo mejor de sí, no solo como atletas, sino como seres humanos.
Fueron incontables horas dedicadas a pulir detalles, a transformar ese diamante en bruto que cada uno llevaba dentro. Mi objetivo era claro: descubrir su lugar ideal en la cancha, aquel donde sus aptitudes brillaran. Pero para lograrlo, primero necesité entender su ser. Muchas veces, fue entre litros de café compartidos, con escucha activa y conversaciones sinceras, donde encontré las piezas clave para armarlo todo.
Dentro de mis mayores logros se encuentra haber tenido el honor de ser Director Técnico de las selecciones nacionales chilenas de damas y luego de varones.
Inmersión en el Coaching
En un momento, necesité ayuda como entrenador. La busqué en alguien que sabía más que yo por medio de sesiones de Coaching: él tenía el conocimiento, y yo la disposición para aprender. Reconocí algo que siempre estuvo dentro de mí, pero ahora entendía cómo potenciarlo, con herramientas conscientes que antes no identificaba.
Fue así como comprendí que el Coaching se trataba de ponerse al servicio del otro, para sacar lo mejor de él. Una reciprocidad constante donde ambos salimos enriquecidos con lo inesperado. Dar y recibir: ¡qué buen regalo!
Por eso, aunque hoy estoy apartado de las canchas, sigo involucrado en la formación humana —individual y de equipos—. Lograr que las personas vean las cosas desde otro lugar, que transformen sus acciones, es lo que me da energía para seguir impulsando su evolución de manera constante.
«Poder cambiar el observador que soy»
Vivimos mirando sin ver, atrapados en el piloto automático de la rutina. Avanzamos sin recordar el camino, solo llegamos, y en el trayecto, nos perdemos lo esencial. Así es el día a día: repetimos acciones, creyendo que son las correctas, y nos conformamos con resultados inmediatos que vacían de sentido el presente.

¿Y si hacemos un alto? Mirémoslo de otra manera: observemos con atención, descubriendo algo nuevo cada día. Así, nos enfrentaremos a la elección de cambiar, y quizás, sin esperarlo, esos cambios nos conduzcan a resultados extraordinarios.
Entender qué observador soy y cómo puedo ampliar esa manera de ver, es la transformación que debo lograr.